¿ Y AHORA QUE ?
Quería Raúl conocerse a sí mismo, no sabía cuál era su límite.
Ese día corrió 12 Kilómetros, Llegó muy agotado, se admiró de sí mismo, pues nunca había corrido esa distancia, para él fue todo un éxito.
Siguió entrenando y se fue fortaleciendo, con el tiempo llegó a correr 15, 20 y más kilómetros.
Cuando ganó el triatlón, sintió el mismo éxito que cuando había corrido por primera vez los 12 kilómetros.
Entonces Pedro le preguntó : Si hoy corrieras 15 Kilómetros, en vez de los 12 primeros
¿ Cómo te sentirías ?
( Raúl ) Pues no tan bien
( Pedro ) ¿ Por qué ?
( Raúl ) Porque sé que puedo mucho más.
(Pedro) ¿Entonces el sentir éxito viene en proporción a lo que podemos dar de nosotros mismos ?
( Raúl ) Pienso que sí. Tal vez por eso, al que puede dar más, se le exige más.
( Pedro ) ¿ Llegarás a correr 70 Kilómetros ?
( Raúl ) ¡ No !
( Pedro ) ¿ Por qué no ?
( Raúl ) ¡No quiero dedicarme a eso!
( Pedro ) ¿ Entonces ?
( Raúl ) Solo fue una meta que alcancé, pero hay otras metas que son más importantes para mi.
( Pedro ) ¿ Cómo cuáles ?
( Raúl ) Conseguir un buen puesto en una empresa, formar una familia y viajar para conocer otros lugares.
( Pedro ) ¿ y luego ?
( Raúl ) ¡ Pues ya !
( Pedro ) ¿ Ya se acabó la motivación y esperarías la muerte ?
( Raúl ) ¿ MMM ? ¡ No sé ! ya el tiempo lo dirá
( Pedro ) ¿ Quieres depender del tiempo para ver que haces ?
( Raúl ) ¡ Basta ! ¿ A dónde quieres llegar con tantas preguntas ?
Pedro dejó de cuestionarlo para que pensara las respuestas, pero Raúl ya no quería pensar más en ese momento.
Raúl llegó a la vejez y la vejez fue como se la imaginó, ya con menos fuerzas y dependiendo de otras manos.
Al verse así, quería sentir otra vez el éxito en sus venas, como cuando era joven.
Pedro lo visitó y Raúl le comentaba : Proyecté mi vida y llevé a Cabo mis planes, pero hoy quiero sentir éxito como cuando corrí los 12 Kilómetros.
Tuve muy buenos trabajos, formamos mi esposa y yo una familia, viajamos y todavía estoy inquieto de sentir éxito, pero veo que ya no puedo lograr metas altas.
¿ y Tú que has hecho ?
Pedro le contó : Desde que era joven, renuncié a formar una familia, mi meta no fue hacer dinero, ni ser famoso, me dediqué a la oración y obras de caridad.
( Raúl ) ¿ y cómo te sientes ?
( Pedro ) Realizado, porque en vez de pensar más en mí, pienso más en que quiere Dios de mí y para eso me sirve mucho la oración y vivo en paz.
Esto hizo reflexionar a Raúl sobre su propia vida, ya que se había dedicado más a complacerse a través de las metas que se trazaba, que complacer a Dios con las metas que Él le podía pedir.
Sintió que muchas cosas, al buscarse a sí mismo, fueron vanidad.
Esto lo inquietó pues, aunque había hecho cosas buenas, todo giraba alrededor de él y no era él, el que giraba alrededor de Dios.
Así de anciano, cambió su visión y se dijo :
Lo malo no es ser bueno, sino dejar de ser mejores, conforme a la voluntad de Dios…
Se dirigió a una capilla y con los brazos en alto, mirando al cielo, decía :
¿ Dios mío, que quieres que haga ? …