LA GRAN FAMILIA

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La anciana y su único esposo, recordaban a sus hijos y a sus nietos y les brincaba el corazón de gusto, por el amor que les tenían.

Cada semana, sus hijos y sus nietos, los visitaban y la casa se llenaba de alegría..

Estos ancianos, se sentían útiles.

Veían que realizaban este papel de abuelos, cuando los nietos les pedían que les contaran un cuento, o que les platicaran de tiempos antiguos.

Los mayores, en alguna ocasión, les pedían algún consejo, o que cuidaran a sus hijos por un rato.

Les daban dulces a los nietos cuando llegaban, con una gran sonrisa y todos sentían el cariño especial, que les guardaban.

Una nieta preguntó: Abuela,   ¿ Tú ya te quisieras morir ?

Las palabras tan directas de una nieta, con frecuencia les tocaba partes sensibles de su corazón.

¿ Quién se atrevería por prudencia, a hacer ese tipo de preguntas, si no sólo ellos con su espontaneidad ?

La abuela contestó, después de un suspiro:  Por una parte sí y por otra no

(Nieta) ¿ Por qué si y por qué no ?

(Abuela) Sí, porque ya estoy cansada y no quiero ser estorbo y sobre todo para ir con DIOS y todavía no, porque los quiero mucho

(Nieta) ¿ Mi abuelo se quiere morir ?

(Abuela) Tu abuelo, desde hace mucho, ya quisiera estar en la tumba.

(Nieta) ¿ El no nos quiere ?

(Abuela) Sí, sí los quiere mucho, pero anhela una vida perfecta, que sólo se logra en el cielo.

(Nieta) ¿ En el cielo todo es perfecto ?

(Abuela) Sí, allá todo es perfecto, ahí no se sufre, no se pasan hambres, ni frío, ni cansancios, ni desilusiones, tampoco injusticias, todo es perfecto.

(Nieta) ¿ Tú vas a ir al cielo abuela ?

Se quedó pensando un momento en su respuesta y le dijo:

(Abuela) Dios es muy bueno y yo trato de portarme bien, y le pido perdón y trato de corregirme cuando lo he ofendido, por eso creo que sí voy a ir al cielo.

Ustedes, pórtense bien, porque queremos que todos estemos reunidos, cuando Dios los llame.

(Nieta) ¿ Cómo sabremos cuando nos va a llamar ?

(Abuela) Nadie sabe, a la mejor es de sorpresa, de un momento a otro, a la mejor tendrán que sufrir un rato, pero nunca se separen de Dios, siempre pórtense bien y El los llevará al cielo.

En los niños brilló una gran esperanza y una gran paz, al ver la paz con la que su abuela, esperaba la otra vida.

Así, cada visita que hacían a sus abuelos, era muy enriquecedora espiritualmente.

Se encontraban sorpresas que a través de estas visitas, fortalecía su amistad y compartían el amor que los unía como familia…

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