
¡ Quiero ser famoso ! decía emocionado, cuando sea grande,
¡ seré muy famoso !
Su papá le preguntó:
¿ En qué ?
(Hijo) No sé, en algo que pueda ser famoso.
(Papá) ¿ Y para qué quieres ser famoso ?
(Hijo) Para que todos me admiren y me recuerden.
(Papá) ¿ Y para qué quieres que te admiren y te recuerden ?
(Hijo) Para… ¡Para que si!
El niño ya no supo responder, llegó a la adolescencia y le comentó de nuevo al papá su deseo de llegar a ser famoso.
El papá le volvió a hacer las mismas preguntas, y el hijo respondió a la última pregunta:
Para que todos sepan que amo a Dios y sigan mis pasos.
Entonces el padre le preguntó:
¿ Es preciso que te conozcan a ti, y sigan tus pasos, para que puedan seguir a Dios ? ¿ Quién eres tú ?
El joven se quedó pensativo, siguió creciendo, se casó y ya casi anciano, el hijo que tuvieron, le preguntó:
Papá, ¿ qué hubieras querido llegar a ser desde chico ?
El padre contestó:
hubiera querido, desde un principio, llegar a conocer mejor a Dios y su voluntad y no haberme aferrado a mis propios objetivos…
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