
El águila levantaba su vuelo, después de haber tomado con sus garras la presa, para alimentar a sus crías y a ella misma.
Su modo de vivir así estaba destinado.
El oso cazaba en el río, al salmón para alimentarse; el león al ciervo; el camaleón al insecto, cada uno perseguía su alimento, se dejaban llevar por su instinto de conservación y así llevaban su forma de vivir.
Todos sujetos a saciar sus necesidades básicas.
El niño llora, necesita de su Mamá; el perrito llora cuando ve que su amo se va o se alegra y brinca cuando su amo llega; la niña llora porque se siente sola, cuando su mamá la deja en el kínder.
El joven llora cuando la novia lo termina y él quería seguir con ella.
Sus necesidades sentimentales claman que sean saciadas.
Todas las personas tienen necesidades, en todos los niveles:
Fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y autorrealización.
Una persona se preguntaba ¿ En que nivel estoy ? ¿ En que nivel está mi prójimo ?
Esto parece un arte en las relaciones humanas, combinar mis necesidades y ayudar a los demás en las suyas.
Cuando me enfoco únicamente en las mías, seguido atropello a los demás y cuando solo me fijo en ayudar a los demás, me veo muy limitado porque no he saciado mis necesidades.
Elevó su mirada a Dios y le pidió sabiduría y prudencia, pues solo EL es perfecto, solo EL sabe cuando tener compasión, cuando y como ser justo, cuando corregir y de qué manera consolar.
Distinguió entre necesidades creadas y necesidades básicas.
El arte de ser humano vino cuando se dejó empapar del espíritu de Dios, para actuar con sabiduría y prudencia y aunque se acercó mucho a la perfección, había rechazo de otras personas,
por su forma de ser, pero LA PAZ lo acompañaba, por ir en el camino correcto, que Dios le iba marcando…
Fue así como llego a la PLENA AUTORREALIZACIÓN, pues siempre se empeñó, en hacer la voluntad de Dios…
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