
El cohete estaba listo para su despegue, los astronautas ponían toda la atención en su delicada misión, iban de por medio sus vidas.
El nerviosismo era una realidad que no podían suprimir, solo controlar, unos más y otros menos.
Al fin despegaron, cruzaron la atmósfera y flotaba la nave por el espacio, hasta llegar a la luna.
Robert, Albert y Lidia bajaron de la nave y cada uno experimentaba por primera vez, pisar la luna.
Con pasos lentos y saltos grandes iban marcando en la arena sus huellas.
El hecho de estar en la luna, a cada uno le impresionaba de diferente manera, Albert se sentía como una hormiga perdida en un inmenso desierto, Robert vivía más el gozo del éxito que habían tenido hasta ese momento, en Lidia se despertaron sentimientos de poesía y romanticismo.
¡QUE DIVERSOS SENTIMIENTOS!.
Todos flotaban en la misma realidad, pero cada uno le daba un sentido diferente, cada uno captaba diferente la fase de la vida, la veía de diferente ángulo personal.
Después de varias horas de investigación, entraron en la nave y regresaron al planeta tierra, al llegar a ésta tuvieron que permanecer encerrados 40 días y al término de estos, los tres platicaban cómodamente, sentados en el salón de video.
Después de ver la película de su viaje, Robert comentaba : si cada uno tenemos diferencias de percepción de la misma realidad
¿ DE DONDE VIENEN LOS SENTIMIENTOS ?
Albert tomo la palabra y dijo, tal vez de la interpretación de los hechos que vivimos.
Lidia trataba de discernir, hay sentimientos que siempre busco y nunca llegan y a la vez hay sentimientos que vivo y no quisiera tenerlos.
Un robot no tiene estos problemas sentimentales, hace con mayor perfección cualquier cosa que se programe, pero no es capaz de sentir; tal vez en los humanos, el sentimiento sea una gran ventaja, porque nos permite hacernos conscientes de lo que está bien y lo que está mal…
Albert continuo, el sentimiento es como un caballo bronco que lo podemos domar y conducir al campo a sembrar o para ganar una carrera de obstáculos o de velocidad, etc. pero si no lo dominamos puede hacernos mucho daño.
Robert trataba de ubicarlos en la pregunta central: lo que han dicho es después que ya se tienen los sentimientos ¿ pero de donde vienen?
Lidia contestó con seguridad, pienso que han de venir de la vida.
Albert comentaba, si los sentimientos vienen de la vida, podemos ver que esta se manifiesta en la existencia mineral, vegetal, animal y espiritual.
Robert continuaba el comentario, el hombre es el único que tiene Alma y espíritu, y es receptor de la vida, pero ¿ también puede ser receptor de la muerte ?
Albert y Lidia dijeron: ¡No entendemos tu pregunta!.
Robert trataba de explicarles que el hombre vive en su espíritu sentimientos que lo hacen actuar hacia el bien o hacia el mal, por ejemplo: los sentimientos de poder, de Hittler; los de justicia, de Mathama Gandhi; de conquista, de Alejandro Magno y los que de piedad, de Francisco de Asis.
Cuando unos sentimientos son contrarios unos de otros, como el placer al dolor, el odio al amor, la justicia a la injusticia, etc. ¡no pueden venir de la misma parte!
¿ cómo es posible que una persona cuando ha llegado a odiar a alguien, se convierta y llegue a amar?
Esta conversión ¿de donde viene? Si el hombre está espiritualmente entre la fuerza del bien y del mal, quiere decir que vive sentimientos de ambas partes, es decir, si quiere acercarse al bien, sufrirá el desprendimiento del mal, hasta ser apoderado por el bien, que es la vida y si quiere acercarse al mal, sufrirá el desprendimiento del bien, hasta ser apoderado por el mal, que es la muerte.
El hombre no puede quedarse neutro, porque por esencia no puede ser bilateral, aun cuando sufra la biraliteralidad.
El hombre que tratara de ser neutro, ya estaría dejándose llevar por la mediocridad, que es un mal en si mismo.
Albert concluía: para acercarnos a uno u otro lado, solo es posible con la libertad. entonces ante la realidad del bien y del mal, debemos discernir.
¿ PODREMOS DECIR DE DÓNDE VIENEN LOS SENTIMIENTOS ?
En ese momento se miraron los tres, al instante que les abrían las puertas, se levantaron y caminaron de nuevo a casa, se había terminado la cuarentena.
Los tres se iban concientes de que el hombre es el mismo aquí o en la luna y que la autorealización más profunda, está en hacerse receptor y transmisor de la vida, a pesar de los sentimientos…
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