PAZ EN EL ALMA

Agua, arena y sol, veía el niño en sus manos, sentado en la playa junto al mar.

Las olas mojaban sus pies, mientras volaban las gaviotas jugando con el aire.

No había perturbación en su mente, un mundo nuevo para él.

Inocente, sencillo y en paz contemplaba aquel hermoso panorama.

La felicidad la vivía y la gozaba. Brotaba en él la alegría de un misterio muy hermoso : 

¡ La vida !

Se enamoró de esos momentos que vivió junto al mar y después de un tiempo, cuando los recordaba, se llenaba de gozo añorando volver estar ahí.

 Fue creciendo y fue observando, cuántos problemas había en el mundo.

 Sintió el rigor de una educación, la presión en el estudio y en el trabajo, la lucha por alcanzar estabilidad económica, social, etc.

En momentos de descanso, en vez de hundirse en cualquier vicio, soñaba con estar en ese lugar y cuando podía hacerlo, lo disfrutaba como cuando niño lo hacía, con sencillez y en paz.

 Muchos se extrañaban que no buscaba añadirle a aquel descanso, libertinajes que excitaran su espíritu.

No era necesario, eso salía sobrando.

¿ Por qué ?

 Tenía un convencimiento que lo compartía con los que querían escucharlo y era el siguiente : 

La verdadera felicidad se vive con sabiduría, libre de pecado.

Si tienes algún pecado, ve arrepentido a que te libere de él, el que tiene el poder para hacerlo y así no habrá barro que oscurezca la luz, que pasa por el cristal de tu alma a tu espíritu, para que vivas verdaderamente feliz, según la voluntad de tu creador.

 Muchos lo juzgaban de loco y otros no lo entendían, pero los que compartían su creer, reflejaban la misma inocencia, sencillez y paz, con la que podían disfrutar inmensamente el canto de las olas del mar…

 

 

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