Libro Nuevo Horizonte

EL LIBRO QUE TE HARÁ PENSAR Y TAL VEZ ©

EL COFRE

Sobre su lancha con motor, se dirigían a la isla de enfrente, Arturo y su hermano Ricardo, habían oído que, en una de las cuevas, había un tesoro escondido.

Llevaban su pala, un pico, mazo, costales y lámparas, además de un mapa viejo de su abuelo, sleeping, casa de campaña y algo de víveres.

Sí, su abuelo había enterrado ese tesoro como herencia para sus nietos y Arturo y Ricardo eran los mayores.

Embarcaron muy temprano 4.00 am y llegarían a la isla en una hora.

Estaba el cielo despejado y podían ver las estrellas antes de amanecer en el mar tranquilo.

Al llegar a la playa de la isla, bajaron las cosas y las cargaron.

Habían pisado alguna vez esa playa, pero nunca se habían adentrado en esa isla.

La isla tenía mucha vegetación y cuando subió el sol, comenzaron a sentir calor

Bien dispuestos estaban en afrontar cualquier inconveniente.

El mapa marcaba un camino que tenían que encontrar.

Después de subir parte del cerro, divisaban a lo lejos el hermoso paisaje de la naturaleza, sus playas, palmeras, olas, gaviotas volando…

Siguieron caminando y se encontraron con un río que desembocaría en el mar.

El mapa hacía mención del río, el cual tendrían que seguirlo cuesta arriba, hasta su nacimiento.

Al llegar, ya estaba ocultándose el sol, vieron un atardecer muy colorido y a pocos pasos del nacimiento, divisaron una cueva grande.

Decidieron instalarse dentro de ella con su casa de campaña y prendieron una fogata.

Ricardo, de la emoción de haber llegado hasta esa cueva, no podía dormir, así que sacó su armónica y bajo las estrellas tocaba, recordando a su abuelo.

Su abuelo había sido muy recto en todo lo que hacía, muy amante de Dios, caritativo y servicial, además de muy alegre.

Lo recordaba con cariño, después de un rato ,  pudo conciliar el sueño.

Al despertar, unos changuitos esculcaban sus mochilas buscando comida.

Ellos los espantaron y recogieron sus cosas y se dispusieron a explorar la cueva, a unos 100 mts. de distancia, encontraron el lugar del tesoro.

¡ Gritaron emocionados !

¡ Lo encontramos !

¡ Urraaaa !  El cofre tenía candado y prefirieron abrirlo después.

Sacaron de la cueva el cofre y con dos palos de bambú, cargaron entre los dos el baúl.

A mediodía, ya cansados, llegaron a una fosa como alberca, formada por el río y se bañaron.

Mientras se bañaban, platicaban sobre el tesoro :

¿ Que haremos con el dinero ?

¿ Qué nos compraremos ?

La herencia es para nosotros los 8 nietos, tendremos que repartirla en partes iguales.

¿ Qué valor tendrá lo que tiene ?

¿ Ya veremos !

Salieron de bañarse, prosiguieron su camino hasta la lancha y de ahí, hacia la cabaña que estaba a la orilla del mar.

Antes de llegar, ya los estaban esperando sus papás, sus tíos y sus primos.

¡ Ayúdenos a bajar todo !

ya dentro de la cabaña, se dispusieron a abrir el cofre que para todos era sorpresa lo que tenía adentro.

Nadie se imaginaba lo que encontrarían.

¡ Hooo, sorpresa !

Habían fotos y cuadernos de los abuelos, historias vividas, costumbres que tenían, recetas de comida, consejos para vivir con sabiduría y ser felices, sus anillos de bodas, algunos artículos antiguos y un pergamino.

Las caras de frustración de Arturo y Ricardo, se hacían notar.

¡ Tanto trabajo que nos costó traer el cofre, para que tuviera eso !

¡ Ho, No ! Pensábamos que tenía oro, alhajas y que todo eso

¡ valdría mucho dinero !

Los papás de ellos se llenaron de mucha alegría, pues dinero no les faltaba.

Habían dejado de ver por muchos años a sus papás, o sea, a los abuelos de los nietos y en ese tesoro, conocerían a través de los escritos que dejaron, experiencias, sentimientos y anécdotas de muchos años.

Era la vida de los abuelos y su corazón espiritual, guardado en ese cofre, para abrirlo a sus familiares.

Los papás, con emoción leían todo ese legado que, de no ser así, serían los eternos desconocidos.

Los nietos dieron media vuelta para irse a jugar, pero después de muchos años, al vivir tantas cosas en la vida, se preguntaban

¿ Cómo le hicieron nuestros abuelos en ésta situación que estamos viviendo ?

¿ Qué los motivaba para estar tan unidos, ser tan rectos, caritativos, serviciales y muy alegres ?

Y recurrían a leer sus escritos.

Así comenzaron a apreciar ese tesoro, porque a través de ellos y de los consejos que dejó en el pergamino, afianzaban sus valores de amor y respeto a la vida, el agradecimiento y comunicación con Dios, para vivir con sabiduría, gozar de su amor y de su gracia, que es lo que les daba una gran paz y felicidad…

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