EL NAVEGANTE
El silencio formaba un eco en su conciencia y al volver en sí mismo, captaba la verdad depositada en su corazón.
En él estaba el timón del barco de su vida, navegando en el mar de circunstancias que lo rodeaban.
Circunstancias que en un principio él no había escogido y después acumulaba experiencias por las que se había decidido.
¿ A qué puerto llegaría ?
¿ Llegaría con éxito o naufragaría ?
En su conciencia estaba, que conocía el tiempo y el lugar por donde navegaba, sin poder evitar sorpresas de vida o de muerte.
Cuando estaba en apuros o veía venir un problema, ya sabía como solucionarlo, pero el mayor problema era Él MISMO….
Su mayor lucha no era lo exterior, sino lo interior, cuando se dejaba llevar por su egoísmo, la pereza, el desorden y tomar decisiones riesgosas, no aceptadas por su guía.
Una noche estrellada y tranquila, observaba las estrellas.
Conocía lo básico del mapa estelar, cuando de pronto le tomó de sorpresa encontrarse con una flota de barcos, estacionada en medio del mar.
Tenía dos alternativas:
Esperar paciente a que se quitaran de su camino o arriesgarse a pasar cerca de los arrecifes para seguir su camino.
La flota no lo estaba atacando, solo lo estaban estorbando y aunque les pidió que se movieran para dejarlo pasar, ellos no accedieron.
¿ Qué haré ?
Por una parte, quiero continuar mi camino, por otra parte es muy riesgoso pasar cerca de los arrecifes.
Mi guía me dice que espere todo el tiempo que sea necesario, pero si no me alcanzan los víveres, moriré.
El guía solo le decía, ten paciencia, CONFÍA EN MÍ.
Veía la noche estrellada y la mar tranquila, invitándolo a avanzar antes que el mar se agitara, pero su conciencia le decía :
No te arriesgues, confía en tu guía.
¿ Que haré para controlarme a mí mismo y no precipitarme ?
Me desespera estar aquí anclado a esta circunstancia, no tengo nada interesante que hacer, solo tendría que esperar.
Había un debate en sí mismo, que solo él podía dar la respuesta final y acatar los resultados de su decisión.
¿ Cómo contrarrestar los impulsos de desesperación, aburrimiento, pasividad, enojo y presión externa ?
¡ Qué flojera esperar !
No estoy acostumbrado a la pasividad.
Su conciencia le respondía :
¡ Tienes actividad externa, pero puedes tener actividad interna para contrarrestar todo esto !
¿ Actividad interna ?
¡ Hacerme tonto solo, con bonitos recuerdos ?
¿ Contando las estrellas y ver los peces saltar en el agua ?
¡ NO, otro tipo de actividad !
¿ Otro tipo de actividad ?
Sí, ¿ A qué puerto quieres llegar y cómo vas a llegar ?
¿ Esto ya lo sé !
¿ Y te has puesto a pensar si en ese puerto vas a encontrar lo que buscas ?
¡ Sí, La felicidad !
Anteriormente has llegado a otros puertos y después de haberlos visitado
¿ Cómo te has sentido ?
La verdad es que de todos los puertos que he visitado, ninguno me ha llenado por completo, me han dejado un hueco de insatisfacciones y hasta remordimientos de conciencia.
Al puerto que te diriges
¿ Piensas que vas a encontrar lo que buscas o es uno más de tantos ?
Siempre me lleva la ilusión falsa, de pensar que en el nuevo puerto encontraré lo que busco, pero al final NO ES ASÍ.
ME DOY CUENTA QUE NAVEGO CON ILUSIONES FALSAS.
¿ Crees que exista un puerto que en verdad te dé lo que buscas ?
Sí ¿ Y sabes cuál es y cómo llegar a él ?
Sí, pero esa ruta es navegar contra corriente y siempre me he ido por lo fácil.
Me he dejado llevar por lo que me ha traído placer, comodidad, y así he tomado muchas decisiones sin hacer caso a mi guía.
¿ Y piensas seguir así toda tu vida ?
Pues ya me convencí que si sigo así, solo fracasaré en mi destino final, tal vez termine frustrado en el fondo de mi corazón, deprimido, enojado conmigo mismo, desilusionado de mi vida y de todo lo que me rodea, triste y títere de mis deseos no controlados, que no me llevan a donde sé que debo de navegar, para llegar al puerto que mi guía me dice que es MI VERDADERO DESTINO.
¿ Y qué vas a hacer ?
Suspiró profundamente, caminó en su barco hacia la proa y en aquella noche estrellada y en un gran silencio, deseó en su corazón, ya no dejarse llevar por su egoísmo, su inercia que cabalga como en un caballo desbocado, ya no seguir su propio criterio, sino el de su guía.
Lloró, tomo fuerzas y se decidió a retroceder el camino que había caminado en el mar, subió las velas y optó por navegar contra viento y marea, afrontando lo que se pudieran presentar, para ir al nuevo puerto, al puerto verdadero…
Pagaría el precio del cansancio, la disciplina y el auto control, ser obediente en todo momento y circunstancia a su guía, renunciando a su propio criterio, sino, nunca llegaría.
La noche fue desapareciendo junto con las estrellas, ahora comenzaba a ver el sol, que lo llenaba de esperanza y de fe en su guía espiritual.
Su interior se comenzó a transformar, viviendo más ilusionado, alegre y con paz interior, ese fue un gran día, pues SE HABÍA CONVERTIDO.
Hoy es un nuevo hombre, que se amó a sí mismo, se dio para sí lo que le convenía para salvar su vida y su barco.
Con una sonrisa, en proa el viento acariciaba su rostro y el sol brillaba en él
¿ Y cómo se llama el puerto al que se dirige ?
¡ Se llama JESUCRISTO !
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