AMOR ETERNO
El espíritu flotaba vulnerable a cualquier inspiración, flotaba en manos de Dios, porque ahí decidió estar.
Dos libertades que se encuentran, la libertad del Padre y la libertad del hijo.
La actitud del hijo de abandonarse totalmente al padre y el Padre abrazándolo.
Una eternidad suspendida en el amor.
¿ Acaso la misión de hacer algo era más importante que la vivencia de ese momento ?
¿ Acaso el futuro del bebé era más importante que estar en los brazos de la madre ?
Para el bebé no, para la madre, tal vez, según la circunstancia.
Es como el primer beso de los novios que se aman, un momento inolvidable que es como un sello vivencial, que se convierte en algo sublime, especial, íntimo y que tiene tanta fuerza que, se haría cualquier cosa para mantenerse en ese lugar y prolongar esos momentos, hasta convertirse en razón de vida, en motivación perpetua, en sagrario de corazón ardiente, destinado a la eternidad.
No son necesarias las palabras.
¿ Qué avala esta vivencia ?
El conocimiento de la otra persona.
¿ Qué esperaríamos de una persona para estar dispuestos a dar la vida por ella ?
¿Qué esperaríamos para confiar totalmente en ella y estar totalmente a expensas de su voluntad ?
Tal vez vivencias que confirmen la relación de amor, que esperamos y necesitamos, para ir guardando ese tesoro, en el tabernáculo de lo más profundo de nuestro ser, para que después emerja desde la profundidad hasta el infinito, con obras de agradecimiento y correspondencia, que harán brillar la luz sobre las tinieblas.
¿ Utopía ? ¡ No ! No para el que ya ha tenido la vivencia.
Vivencia de paz, alegría, enamoramiento y se ha sentido motivado para que el amor sea el principal motor de su vida.
¿ Cómo debe hacerle aquella persona que ha crecido entre espinas y sus motivaciones las ha puesto en otras cosas que no son voluntad de Dios ?
Del conocimiento nace el amor y del amor nacen las obras buenas, que traen paz para el alma.
Dios que nos da la vida, nos marca el camino y nos ayuda a ser felices.
Que nuestros espíritus floten en la eternidad, abrazados por el amor de Dios…