BELLA
En un pueblo cerca de las montañas nevadas, había una joven muy bella que conocía a un joven violinista, a quien frecuentemente veía en la plaza tocando su violín.
Se gustaban mutuamente.
Una vez que ella se estaba acordando de él, pensaba :
¿ Por qué hay siempre defectos en lo que me gusta ?
Si es el vestir, me gustó la tela, pero el corte no.
Si es en la comida, lo que me gusta engorda.
Si es la decoración, me gusta el color de mi cuarto, pero los muebles no, etc.
¡ Hasta cuándo podré decir ¡perfecto !
O ¿ no habrá nada perfecto en este mundo ?
Me gusta la cara del violinista y su amabilidad, pero si en vez de violín tocara guitarra o si tuviera el cuerpo del vaquero y la simpatía de mi vecino…
si en vez de violinista fuera médico…
¿ Qué me pasa ?
¿Nunca va a llegar mi príncipe azul?
¿ Me quedaré de soltera ?
preferiría eso, antes que aceptar lo que se me presenta.
¿ Cómo le harían antes en tiempos antiguos, para casarse con el que los padres ya les habían escogido ?
¿ En verdad se llegarían a acoplar y ser felices ?
Todo esto era un dilema para esta muchacha, quien sentía las oportunidades en sus manos, pero las posibilidades en su mente y el corazón en medio de las dos.
A veces se inclinaba por aprovechar las oportunidades que se le presentaban y a veces renunciaba a estas, para buscar o esperar las posibilidades que brillaban en su mente.
Sentía fascinación en la incertidumbre de la vida, pero sentía en lo profundo, la inseguridad de sí misma, al verse al vaivén de la suerte.
Realmente hasta que se comprometió a aprovechar las oportunidades que tenía, fue cuando comenzó a darse cuenta de lo que en verdad necesitaba y podía dar a los demás.
Y en la medida de su compromiso con la vida, descubría el verdadero amor que la hacía vivir más segura, más feliz y hacer más feliz a su esposo y a su prójimo…
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